CORTÁZAR ESCRITOR - SEGUNDA PARTE

En 1963 nace Rayuela, la obra que despertó la curiosidad por su autor en todo el mundo. Rayuela compromete al lector para que él mismo pueda elegir el orden en el que leerá los capítulos: de manera sucesiva o siguiendo un esquema de saltos que el autor ofrece en el comienzo del libro, pero que no excluye -al menos hipotéticamente- otras alternancias posibles. Rompiendo de este modo con toda pauta convencional de linealidad narrativa y sugiriendo que el lector haga una incursión personal en el libro. Al final de la novela, en oposición a la novela clásica o tradicional, quedan interrogantes sin resolver: nada se cierra, todo está abierto a múltiples mundos. Para Cortázar, la realidad inmediata significa una vía de acceso a otros registros de lo real, donde la plenitud de la vida alcanza múltiples formulaciones. De ahí que su narrativa constituya un permanente cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales de pensamiento. Después de Rayuela Cortázar publica “todos los fuegos al fuego” (1966), “La vuelta al día en ochenta mundos” (1967) “62/modelo para armar” (1968), “Queremos tanto a Glenda” (1980), “Deshoras” (1982), “Los autonautas de la cosmopista” (1983) y varias relatos políticos como “El libro de Manuel”, “Octaedro” y “Nicaragua, tan violentamente dulce” que evidenciaban el descontento de Cortázar con la situación política y de los derechos humanos en Latinoamérica. “Salvo el crepúsculo” fue el último libro publicado en vida por Julio Cortázar. Es una memorable antología de poemas del gran escritor argentino, quien hace un homenaje la poesía, al tiempo, tango y al jazz, a la pintura y al amor, a París y a Buenos Aires, a la ingenuidad y a la melancolía. 1984, el último recuerdo inolvidable de la naturaleza de un artista inigualable.