Pescadores

Unos pescadores se fueron a pescar enfrente de Puerto Ángel, llevaban lancha y motor nuevos, además de sus redes recién hechas. Anduvieron toda la tarde y parte de la noche, buscando un lugar para tirar sus redes, hasta que decidieron fondearlas en un lugar ubicado en dirección de la Roca Blanca, pero muy afuera. Estaban en eso, cuando por el lado donde se oculta el sol, apareció una lancha rápida, llevando a cuatro hombres armados, cubiertas sus caras con paliacates negros. Al punto, amenazaron a los pescadores que, sorprendidos, suspendieron su labor, preguntándole a los extraños el porqué de su actitud. Estos de manera alevosa y grosera les mandaron callar, para urgirlos a recoger sus trasmallos y bajar los dos motores que traían en la popa de su lancha. La actividad les llevó un tiempo considerable, porque la mar había empezado a agitarse, poniendo en riesgo a las embarcaciones que chocaban entre sí, con bastante fuerza. Pero los hombres armados, no dejaron sus intenciones malvadas a pesar de todo. Una vez que las redes quedaron recobradas en la embarcación de los pescadores y los motores colocados sobre los bancos, los piratas los obligaron a pasar todo el equipo a la lancha rápida. Con mucha dificultad y presas del miedo y el coraje, nuestros pescadores cumplieron tan difícil labor. Después de que terminaron su cobarde acción los piratas se dieron a la fuga, dejando a los pescadores al garete, bastante lejos de la orilla. Ya entrada la noche lograron ver la luz del faro que barría el horizonte como llamándolos. Como los piratas malos se llevaron los remos, nuestros amigos pescadores, que solo eran dos, comenzaron a remar con las manos, para evitar que la corriente los empujara más lejos de la costa. No perdieron la esperanza, pensando que podía pasar una embarcación grande para salvarse en ella y volver a sus casas, con sus familias. Así los encontró la madrugada velando y rogando a Dios, el poder ser salvados.