Las reacciones emocionales negativas ante la separación de sus padres son mayores entre los seis meses y los cuatro años de edad que en edades posteriores, ya que antes de esa edad los niños tienen dificultades para desarrollar vínculos selectivos. Por el contrario, los niños mayores de seis años son menos vulnerables ante esas situaciones porque son capaces de comprender que es posible mantener una vinculación afectiva durante los períodos de separación.